La hernia discal, un mal que hay que prevenir con prudencia
Hernia discal o hernia de disco lumbar: qué es
La llamada columna lumbar está formada por cinco vértebras lumbares más el hueso sacro. La finalidad de esta estructura es crear un canal central por el que se extiende la médula espinal. En cada vértebra hay unos agujeros llamados forámenes, cuyo fin es la circulación de los nervios lumbares y ciáticos.
Las vértebras están unidas entre sí por las llamadas uniones disco-ligamentosas. Estas consisten en ligamentos, y en su parte más anterior, por los discos intervertebrales, que permiten mantener separadas las vértebras lumbares respecto de la columna. Esas dos uniones (ligamento y disco) son las que nos permiten mantener unida la columna lumbar.
El disco está situado justamente entre dos vértebras. Se encuentra ahí para amortiguar las presiones que sufre nuestra columna. Pero, como las demás partes de nuestro cuerpo, con los años tiende a perder hidratación, acortarse notoriamente y a volverse cada vez menos elástico.
El disco intervertebral o lumbar se compone de dos partes:
- Núcleo pulposo. Es la zona pulposa que se halla en el centro del disco. Consiste en una masa o pulpa de tipo gelatinoso que es la principal responsable de la amortiguación lumbar.
- Anillo fibroso. Es el anillo que rodea o ciñe este núcleo. La fibra se agrupa en unas pequeñas láminas cuya dirección se amolda al movimiento de las vértebras lumbares.
Cuando el disco queda comprimido entre dos vértebras, y entonces toca la bolsa dural (fina capa protectora que recubre la médula espinal), se causa una protusión o protrusión. Y cuando se produce una rotura del anillo fibroso y la pulpa se expande hacia la bolsa dural, se desencadena una hernia discal. Ambas suelen provocar dolor lumbar. Concretamente, la hernia de disco a menudo produce lo que se conoce como ciática, ciatalgia o dolor ciático.
Los síntomas de la hernia de disco lumbar son semejantes a los de la hernia cervical, que se produce en el cuello por las mismas causas y también suele producir dolor, en este caso dolor cervical.
Síntomas de la hernia discal
Sin embargo, es preciso aclarar que sólo entre el 5 y el 10% de hernias discales provocan dolores. Algunas hernias son asintomáticas: es decir, que no registran síntomas perceptibles por el afectado. El 75% de las víctimas de esta hernia son hombres.
Pero cuando tales síntomas se producen, estos pueden llegar a ser muy graves y dolorosos. Podríamos describirlos en resumen de la siguiente manera:
- Comienza con una lumbalgia o lumbago, pero tras unos días se extiende a los glúteos, la cara interior de las piernas, y en ocasiones puede llegar hasta los dedos de los pies. Esta extensión del dolor es lo que se denomina ciática o citalgia.
- Síntomas nerviosos ocasionales, tales como entumecimiento o calambre de la pierna.
- Otros síntomas nerviosos más graves, conocidos como síntomas de compresión nerviosa severa. Si se presentan estos síntomas, el afectado debe acudir inmediatamente a urgencias. Consisten en pérdidas de sensibilidad en la pierna o en el suelo pélvico (estructura de ligamentos y músculos que sirve de sostén a los órganos pelvianos: aparato génito-urinario, útero y vagina en la mujer, colon y recto), pérdida de fuerza en la pierna, e incontinencia urinaria e intestinal.
Cómo se trata una hernia de disco
El tratamiento habitual de estas hernias es el siguiente:
- El paciente debe reposar en la cama unos dos días, al tiempo que es sometido a fisioterapia y sigue un tratamiento de fármacos antiinflamatorios, analgésicos y relajantes.
- Además de lo arriba dicho (que se sigue aplicando en todo caso), si el paciente sufre un dolor que lo incapacita, es fortísimo e insoportable, o pinza todos los nervios lumbares hasta el esfínter (lo que ya es de extrema gravedad), deberá recurrirse a la intervención quirúrgica. La técnica más empleada es la denominada discectomía parcial: se abre el ligamento amarillo (el que une los discos vertebrales por detrás), y se extirpa la parte de pulpa discal que ha llegado hasta la médula. El alivio del dolor es instantáneo. Si además el paciente presenta síntomas de haberse pinzado el disco, este se puede sustituir quirúrgicamente mediante la llamada discectomía completa (el disco es sustituido por otro artificial: de un polímero PEET, o de titanio).
En los últimos tiempos, existen asimismo varias opciones más, como la inyección de un suero antiinflamatorio. Este aplaca los dolores y envía proteínas protectoras (obtenidas de la sangre del propio paciente) a la médula: es la terapia Orthokine, joven método nacido en los años 90.
El tratamiento, sea como fuere, depende de los síntomas concretos de cada caso y del acuerdo al que lleguen médico y paciente.
Para prevenir estos síntomas tan molestos, dolorosos, y en muchos casos graves, lo mejor que podemos hacer es practicar las posturas sanas, y tratar de no forzar o ejercer excesivas presiones la espalda. Cuando tengamos que agacharnos, habrá de ser por la mitad del cuerpo, por la cintura, intentando no doblar en exceso las lumbares. Y por supuesto, flexionar las rodillas y tratar de no encorvarnos en la medida de lo posible cuando carguemos algún peso.
La prudencia es la primera de las virtudes, y mucho más con nuestra salud.